¿Qué sabes del lentisco?
El lentisco o Pistacia Lentiscus es, sin duda, una de las joyas de los arbustos y matorrales del Mediterráneo. De follaje siempre verde y pequeñas flores y frutos rojos. Es una planta muy agradecida y «todo terreno» que resiste las altas temperaturas y la sequía, puede vivir en suelos secos, pedregosos e incluso calizos y soporta el aire y los sustratos salinos costeros. Además, este arbusto también resiste bajas temperaturas y requiere escaso mantenimiento.
El lentisco es una planta vigorosa y decorativa que suele alcanzar entre los dos y cinco metros de altura; se puede utilizar como ejemplar aislado pero también en setos ya que tolera bien la poda.
Curiosamente, este arbusto es una especie dioica, es decir, con flores femeninas y masculinas separadas en plantas distintas. Tanto unas como otras son pequeñas y de color verdosas primero y luego escarlatas. se agrupan en racimos que surgen en las axilas de las hojas en las ramas del año anterior. En verano y otoño luce drupas rojas de unos 4-5 milímetros de diámetro que, al madurar en invierno, se vuelven negras.
Sus cuidados
Prefiere el pleno sol y el calor y debe ser protegido de las fuertes heladas. Puede crecer en cualquier tipo de suelo siempre que sea bien drenado. El riego debe ser moderado, dejando que el sustrato se seque. Realmente es una planta que apenas requiere cuidados.
Hay que tener en cuenta que la poda debe hacerse después de la floración y en septiembre. Es inmune a las plagas, a excepción del llamado pulgón del lentisco, que afecta produciéndole agallas en las ramas.
El uso del lentisco es ideal para xerojardines (son aquellos jardines construidos con el objetivo de hacer un uso racional del agua de riego), rocallas secas y jardines costeros.